LA NUEVA REVELACIÓN

EL PORVENIR DEL GENERO HUMANO

COMUNICADA POR LOS ESPIRITUS MÁS ELEVADOS DEL ESPACIO

Por el instrumento o medium de ellos F.M.

Tárrega, 15 de mayo de 1991

Prólogo

ENTRE los credos espiritualistas que en la actualidad se disputan la hegemonía en las conciencias, el Espiritismo es uno de los que merecen más detenida atención, así por el número de sus adeptos. Como por la rapidez con que se ha propagado y por las nuevas ideas y conocimientos nuevos de que le será deudora la humanidad.

Hace por ahora tres cuartos de siglo, el Espiritismo moderno era absolutamente desconocido De pronto se produjeron en Idesville, en la América del Norte, ciertos fenómenos que llamaron la atención, así por lo insólitos, como por denotar que provenían de una inteligencia invisible que decía ser el alma de un muerto en aquel lugar,  hacía ya algunos años. Esta es, virtualmente, la causa inicial de ese movimiento a la vez científico, filosófico y moral que se conoce con el nombre de Espiritismo, que cuenta ya con millones de adeptos en todas las partes del mundo y que puede ofrecer una vasta literatura y una prensa periódica proporcionalmente tan respetable como la de cualquier otro credo filosófico-religioso.

No vamos a detenernos a dar una sumaria idea de lo que es el Espiritismo en todos sus aspectos, porque esto, por breve que quisiéramos hacerlo, habría de consumirnos muchas páginas, con la agravante de que el lector no quedaría enterado ni nosotros satisfechos de presentación semejante. Preferirnos remitir al lector las obras expositivas de tal credo, que son abundantes y están al alcance de todas las  fortunas; y puesto que nos hemos impuesto el trabajo de prologar esta NUEVA REVELACIÓN, que se propone servir de guía en EL PORVENIR DEL GÉNERO HUMANO, consagraremos a tal tarea todo el espacio que prudencialmente se nos concede.

Uno de los principios fundamentales del espiritismo, es la comunicación del mundo visible con el invisible; o más concreta y categóricamente dicho: el comercio de los vivos con los impropiamente llamados muertos, mediante un tercero dotado de ciertas facultades, que por razón de su uso se llaman medianímicas.

La comunicación de los espíritus con los seres terrenales, aunque data de todos los tiempos, ha sido rechazada siempre, por unos, por estimarla imposible; por otros, por ser cosa de brujería; aquéllos, por creerla fruto de la superstición; y éstos, por ver en ella obra exclusiva del diablo. Ninguno de todos estos juicios, a pesar de ser irreductibles, ha logrado desvanecer el hecho; y pese a unas y otras opiniones, la comunicación sigue y seguirá cumpliendo su objeto, y la ciencia y la filosofía tendrán en ella un motivo para sus inagotables pesquisas.

La obra que tienes en tus manos, lector discreto, es debida a esa comunicación. Los autores de ella, son los espíritus; y los que te la presentan, son los amanuenses, los médiums que han servido de canal para que llegaran hasta ti los conceptos que aquéllas inteligencias supra físicas han tenido a  bien emitir a-cerca de todos y cada uno de los importantes y trascendentales temas que en el conjunto del libro se desarrollan.

¿Crees en los espíritus? ¿Crees que los espíritus pueden comunicarse con los mortales? Pues lee este libro con aquella atención que seguramente prestas a esta clase de mensajes. ¿No crees en los espíritus? ¿No aceptas que  los espíritus puedan comunicarse? Pues lee el libro también, y léelo corno debe leerlo todo aquel que trata de desentrañar una verdad o un error del cúmulo de ideas o de palabras que le ponen por delante. Sé espíritu analítico; no quieras ser un atrabiliario que lo arroje todo por la borda sin saber por qué.

Nosotros hemos leído lo que te recomendamos que leas; nosotros hemos analizado la NUEVA REVELACIÓN o EL PORVENIR DEL GÉNERO HUMANO. ¿Quieres saber el concepto que nos ha merecido? Pues escucha.

En una pequeña habitación, apartada de todo ruido mundanal, despojada de toda clase de galas, sin otros muebles que una mesa de pino y unas sillas de anea medio viejas y medio desvencijadas, recibiendo la luz cetinal por una ventana casi pegada al techo y teniendo un mortecino  quinqué preparado para caso necesario, nos ha parecido haber visto a cuatro seres. todos ellos mayores de edad, todos ellos sanos de cuerpo y de espíritu, todos ellos respirando unción por todos sus poros y transpirando honradez y buena voluntad. Les hemos visto, les hemos creido ver embelesados leyendo  páginas y más páginas de un mamotreto, escritas antes por uno de ellos con una rapidez  vertiginosa; les hemos visto, les hemos creído ver cruzar las manos sobre el pecho, levantar los ojos al cielo, derramar una lágrima y musitar una oración; les hemos visto, les hemos creído ver radiantes de júbilo, llenos de fe y esperanza, henchidos de amor y caridad; les hemos visto, les hemos creído ver empuñando el cayado del pastor, el bordón del peregrino, la cruz del misionero, la palma del mártir; les hemos visto, les hemos creído ver transfigurándose como Cristo en el Tabor, venciendo a la muerte como Cristo en el Gólgota … Ah! Qué visión la nuestra, a la vez inductiva y deductiva, a la vez fruto de lo leído y presagio de lo que puede suceder! …

Sí; esta obra, esta NUEVA REVELACIÓN no puede haberse escrito en otro lugar que en una cabaña, en una huardilla, o en una habitación tan apartada y tan humilde como la que hemos esbozado; su austeridad, su severa austeridad no admite otro lugar en que cobijarse, como el nacimiento del Cristo, del Rey de reyes, no admitía otra cuna que un pesebre, por la misma razón que venía a enseñar la doctrina-de la humildad, de la igualdad y de la fraternidad perfectas.

Si la NUEVA REVELACIÓN se hubiese escrito en otro lugar que el que nosotros nos hemos imaginado, nos parecería una profanación; algo así corno si en un baile de máscaras se predicase la honestidad, el recato, la continencia y la severidad de costumbres. Todo en el libro respira sencillez, humildad, nobleza, sinceridad, sano propósito, fines elevadísimos … todo en el libro va encaminado a conducir a las conciencias por la senda estrecha del deber … todo en el libro respira la unción evangélica y la austeridad y paciencia de los cenobitas …  ¿cómo, pues, puede haber sido escrito  entre alfombras y tapices, con arañas y pebeteros, después de unas horas de disipación y bajo la influencia de las libaciones? No, eso no es posible.

Tampoco es posible que los canales por los que se ha derramado el espíritu para que llegue hasta nosotros, sean otros ni de otra condición que la por nosotros entrevista. Jesús llamó a sí a humildes pescadores para hacerles pescadores de gentes, y era natural que así fuera. Vino a predicar la humildad, la mansedumbre, el amor al prógimo, el menosprecio de las riquezas, la caridad sublime …  y tales doctrinas no podían ser acatadas y menos predicadas por los magnates de la tierra, por los que en orgías y festines y lujos consumían los sudores de los pobres siervos a quien Jesús se propuso redimir. De igual suerte la NUEVA REVELACIÓN no puede tener, no ha podido tener otros heraldos que unos humildes hijos del pueblo en lo material, puesto que a los hijos del pueblo va dirigida en primer término, y unos corazones sanos y unas almas generosas en lo espiritual, puesto que la generosidad y la salud moral es lo que en sus páginas se brinda.

Tendiendo una mirada de conjunto a lo que la NUEVA REVELACIÓN es, no hallamos cosa más adecuada a que compararla, que a una hermosa pradera en plena primavera. Corno ésta ofrece una. Vegetación fresca, umbrosa, esmaltada de flores de todos colores, con tintas delicadísimas, con murmurios oélicos … y todo ello ofreciendo una perspectiva encantadora, pero sin obedecer a plan determinado, o al menos, sin que nosotros podamos sujetarlo a plan determinado; así NUEVA REVELACIÓN ofrece en su conjunto exuberancia de vida, de matices, de flores, de virtud  y de  heroísmo, de exaltaciones a la espiritualidad y de harmonías místicas descendiendo del cielo y la tierra y ascendiendo de la tierra al cielo; pero con ese desgaire que suele ser característico en las obras de piedad y de ética trascendente, en esas obras en que los valores se miden por las almas que encadenan al cumplimiento  del deber’ y no por las hipótesis que sientan ni por los problemas que dilucidan. Y todavía se semejan más la pradera y NUEVA REVELACIÓN, por los elementos que las integran. Allí, bajo las flores de mil matizados colores, se arrastra el vermes y trepa el gusano de luz; liban las abejas el polen con que elaboran su rica miel y aguza el alacrán su uña; revolotea la mariposa ufana de sus pintadas alas, después de haber dejado su crisálida para pasto de larvas todavía por nacer, y acecha el topo al confiado saltamontes; hay de todo, porque todo es necesario a la harmonía de su conjunto, porque en todo hay expresión de vida y de eficiencia transformadora. Aquí, en las páginas más inflamadas de devoción a Dios y de amor al prójimo; junto a la frase que arroba al alma en unción evangélica y que mueve a todas las potencias al sacrificio propio por la exaltación ajena; entre la afirmación categórica de que Dios es Piedad y Misericordia infinitas, y que no quiere la muerte del pecador, sino que se arrepienta, hay el reproche viril, el apóstrofe severo, la condenación divina del pecador, no precisamente a una eternidad de penas, pero sí a una expiación justa, inexorable, que con todo se compadece menos con la piedad.  ¿Es esto contradicción? ¿Es metáfora? Solamente estudiando a fondo toda la doctrina que en el libro se expone, se puede tratar de responder a esas preguntas.

Y todavía  hallamos otro punto de semejanza entre la pradera. y nuestro libro; y es el de que, así corno en aquélla no entra para nada el artificio, y eso no obstante, nada le falta para ser hermosa, si se quiere con hermosura salvaje, pero hermosura sana, robusta, llena de medias tintas y de harmonías desprendidas de sí y no prestadas por cristales, así a NUEVA REVELACIÓN, despojada de galas de lenguaje, de limaduras y perfiles de retórica, nada le falta tampoco para ser hermosa, y mejor que hermosa todavía, insuperable como estela, a la que deben seguir los que quieran llegar a seguro puerto. El encrespado mar en que se tiene que efectuar nuestro actual viaje corpóreo, requiere de boyas luminosas y de faros de gran potencia. NUEVA REVELACIÓN es boya cuando nos señala nuestros deberes a ras de tierra, y es faro cuando nos incita a mirar al cielo. Esta es su doble ventaja.

Habrá no pocos que tomando el escalpelo y el microscopio de la crítica – de una crítica posiblemente en exceso meticulosa – descubran en la obra que nos ocupa defectos literarios, incongruencias filosóficas, desatinos científicos, y, sobre todo, cierto desdén para los humanos conocimientos. De todo puede haber y de todo puede no saber. Si se alienen a la letra, confesamos desde luego que les asiste por entero la  razón; si tras la  letra buscan el espíritu. parécenos que habrá que hacer un buen descuento en el capítulo de sus cargos.

Con todo, queremos conceder que así no  sea; o en otras palabras: les concedemos desdé luego que NUEVA REVELACIÓN es un ciempiés literario y otro ciempiés científico-filosófico. ¿Desmerecerá por ello el valor intrínseco de su doctrina? Imaginémonos que un viandante fuera perdido por un monte y que se hallara con un pastor que tartamudeando y zarabitosamente le dijera: Ba pedido; dirrigace asía /aurora ce pelijro kaki. ¿Sería prudente, obraría con cordura este viajero, si, porque el pastor le advirtió sin ortografía ni sintaxis el peligro que le  amenazaba, dejara de atender su advertencia? Nos parece que no. Lo que en buen sentido parece imponerse, es atender las advertencias, y luego, tratar de discutir y de corregir lo externo y complementario de ellas.

Esto mismo entendemos que deben hacer los hombres de ciencia, los filósofos y los literatos en cuyas manos caiga NUEVA REVELACIÓN: primeramente, atender sus advertencias; luego, exarninar su forma y ver de amoldarla a su fondo, si es que no se amolda. Como hombres de ciencia, consideramos que NUEVA REVELACIÓN les ofrece vasto campo de estudios en la sóla justipreciación del fenómeno a que debe su ser: en estos tiempos en que tanto se discute sobre la naturaleza de los fenómenos medianímicos, una obra de las páginas de la presente, de tantos cromatismos y de tantos relampagueos proféticos, pastada, y no poca, para análisis meticulosos, sin que por ello se resienta en lo más interno el corazón de la obra. Como filósofos, la ética que presenta NUEVA REVELACIÓN desde luego irreprochable en su conjunto, materia también a escarceos de gran meollo con los zíg-zags que de cuando en cuando traza; y al ocuparse, especialmente, de las cosas metafísicas, hay que desentrañar en ella si nos. traza una senda que conduzca a la verdad, o si es otra hipótesis como las corrientes. Y los literatos, en fin, tampoco harán del todo mal si paran mientes en que una literatura sencilla, sin ampulosidades ni pretensiones  académicas, sienta perfectamente a esas verdades que deseamos lleguen al corazón de las multitudes y que en ese corazón echen raíces; cosa que seguramente no sucedería si usáramos del tropo, de la metáfora o de esas palabras alambicadas que requieren tener constantemente el diccionario abierto. Bueno es el arte del buen decir en todo; pero mejor es el arte de hacerse entender por cualquiera.

Ya hemos dicho el concepto que nos merece la NUEVA REVELACIÓN o EL PORVENIR DEL GÉNERO HUMANO.   Ahora, lector, léelo, estúdialo con el mayor detenimiento que te sea posible y obra respecto de él como te dicte la conciencia.

Por lo que nosotros hemos puesto en él, ¡dígnate perdonarnos el pecado!

Vale.