Apostrofe

. 2 = 5 = 910 = 2 =

Paz de Dios sea entre vosotros: Así nos mandó Jesús que fu ese el saludo para nuestros hermanos. Jerusalén Jerusalén, ¡cuantas veces quiere juntar tus hijos, corno las gallinas junta los pollos bajo sus alas para ocultarlos!, y tu matas a los profetas y apedreas a los que son enviados a ti:»  (Mateo 23.  V.  37).

Por tu incredulidad, no has querido escuchar 31 que tu bien quería, para que no fueses devorado por esa gente que se precia de ser poseedor de la ley, y ha sido la causa de tantos mártires. Más ha descendido ya e\ Hijo del Padre para salvar al género humano, sacándolo, por medio del sacrificio, de Iris :!_arras de esos llamados sabios de la ley, con la doctrina predicada por E\. Con todas sus palabras, aún no os habéis despertado; al contrario; seguís siendo fuente de errores. Después de sacrificar a tantos mártires, habéis puesto la mordaza a los que querían defender la doctrina de Jesucristo; habéis perseguido a los Apóstoles, que esparcían la verdadera doctrina predicada por Jesús, y llegando vuestro odio, al colmo, habéis sometido a los defensores del símbolo a toda clase de patíbulos. ¡Ingratos!, ¡cuanta ceguera es la vuestra! Quereís seguir vuestra  infame doctrina, hasta la consumación de los siglos; porque pensáis que vuestro poder no tendrá fin, y podréis destruir a los amados, a los apóstoles de Jesús. Pero yo afirmo que no lo lograréis, porque de vuestros templos, dicho está por Jesús, «que no quedará piedra sobre piedra,(Mateo c.  24.  V.  2.) y como vuestros templos quedarán destrozados todos vuestros malos pensamientos. No importa que el onho de vuestra boca, inflamado por la ira trata de obscurecer lo que Jesús predicó; es tal su poder que no podréis interrumpirle, porque siempre saldrán nuevos apóstoles que os combatirán con los evangelios.

No; no saldréis con la vuestra, fariseos hipócritas; Jesús dijo que seríais destruidos; y la doctrina, como verdad fundada por El, no puede destruirse, es imposible. Bien claro os dije<que hasta que os tendré por tarima de mis pies, no pararé»(Los  Hechos  C. 2.  v. 35).

Eso decía yo, hermanos; cuando iba por el mundo; cuando estaba en los pueblos predicando las sagradas doctrinas de Jesús, para que creyesen y confiasen en la vida del espíritu. Al separarnos de El, nos dijo a los Apóstoles: Separaos, ir a predicar mis doctrinas; seréis perseguidos, pero nada os importe; vosotros tened fé y esperanza en mí, y saldréis victoriosos del campo inhumano. Nosotros poco adelantados y faltos de experiencia, siendo tan pequeños a la vista del mundo le dijimos: Maestro ¿Qué diremos para convertir a la gente? Tenemos que pelear con unos corazones tan endurecidos que no han querido comprender vuestra palabra, ni seguirla, cuanto menos seguirán a nosotros, que han visto que somos unos pequeños apóstoles. ¿Qué diremos, pues, Maestro nuestro?                                                                             .

Jesús nos dijo, dándonos la bendición, <Id en paz, hermanos míos, id a conquistar esa gente, y cuando tendréis que hablar, no os faltarán palabras porque yo estaré entre vosotros, y mi espíritu cuidará de haceros hablar lo que convenga>( Marcos C.  13.  V.  11.)Todos aquellos que hacían alarde de su sabiduría y se titulaban eminencias delante de los hombres, quedaron confundidos y ofuscados, y sin querer, demostraron su estupefacción, al oir, y apreciar lo que de nosotros escuchaban, porque nuestro espíritu se desarrollaba de una manera digna de un  espíritu superior. Se decían» ¿Cómo es posible, que estos que han seguido a Jesús y parecía eran unos ignorantes, estén desarrollando un tema que nosotros, con tanta inteligencia, no podemos comprender? Hermanos míos, lo mismo tiene que suceder ahora. Vosotros habéis venido a la tierra, como apóstoles, para desarrollar el problema de la fé; las doctrinas de Jesucristo, y el estandarte espiritual a fin de que todos puedan acogerse sus elevadas enseñanzas; y todos aquellos que cegados por falsos apóstoles, u orgullosos de sus doctrinas, se opongan a  vuestro paso, caerán vencidos bajo vuestros pies sin saber a donde van, por sabios que sean. Toda esa gente, aunque tengan inteligencia, no llegan a ver el 111 ás allá por causa de su limitada creencia, y serán arrebatados por vuestra bandera, que es la de Jesús.

Nada hay que pueda competir con la doctrina de Jesús; es imposible; triunfa y triunfará siempre y se ensanchará por lodo el mundo; y cuando haya avasallado a todo el Universo, vendrá el derrumbamiento y el cataclismo  final.

No penséis, hermanos míos, que con esto todo acabe; no. Los heraldos de la religión de Dios no pueden concluirse; y los que pueden harán resurgir una generación nueva, y el progreso se ensanchará, y quedará restaurada la doctrina fundada por Jesús y predicada por los Apóstoles.

¡Entonces, hermanos, viviréis y seréis moradores de un planeta más elevado, porque este es el fin a que está llamado vuestro mundo, impelido por el progreso. Ánimo, valor, hermanos; no relr ocedals un paso, porque los tiempos de la regeneración han llegado, y vendrán tiempos de felicidad para vosotros; os uniréis en una misma  familia, y viviréis corno en un paraíso. Trabajad, por este ideal, que es la fuente de donde emana el agua que apaga la ardiente sed de los pecadores; y todos los que están en pugna con vuestras ideas, tendrán que  humillarse y reconocer su yerro, y tendrán que empezar una nueva reencarnación; para alcanzar en e1 Ia su relativo perfeccionamiento. Vosotros, hermanos míos, apóstoles de este siglo, vendréis a predicar el evangelio al lado de espíritus de fé y de vuestro hermano.

PABLO.  APÓSTOL.